El primer día de una nueva vida

Ical “Siento una felicidad inmensa. He vuelto a la vida. Antes te levantabas y te acostabas. Ahora, poco a poco, podré salir y encontrarme con uno y con otro. Hablas, te relacionas y pasas de una forma más llevadera el tiempo. Pienso, para lo poco que me queda, en poder salir y hablar con mi gente. Llevamos un año en una cárcel, sin haber cometido ningún delito. Poder salir a la calle y respirar oxígeno. Es lo que deseo y a los que aspiro”.

A Áureo López se le atropellan las emociones en la cabeza. Fue el primer castellano y leonés en ponerse la vacuna contra el Covid el pasado 27 de diciembre y, tras haber recibido la segunda hace ya ocho días es oficialmente inmune a la enfermedad.

“El encierro me ha matado porque, hasta el año pasado, me mantenía ágil, al dar largos paseos”, se lamenta, porque, tras el aislamiento y las medidas de seguridad, que no han desaparecido del todo, ha sufrido “un frenazo que ha afectado directamente a sus piernas, tras estar días sin andar”. “Aun así, el día que me den libertad voy a ir hasta el molino. De todas las maneras”. Porque aunque ya está inmune y más tranquilo, en el centro Santa Eufemia de Cevico de la Torre (Palencia) donde se encuentra se mantienen estrictas medidas de seguridad como medida preventiva.

No tiene hijos, pero si varios sobrinos y dice que hay que ser prudente, porque «ellos no tienen la vacuna y hay que tener precaución». En sus ojos vidriosos de esperanza y de ilusión, rememora los días previos a la primera vacuna, la expectación con que vivió, la impaciencia porque llegara y la esperanza de que todo volviera a la normalidad . «Aquí estábamos orgullosos de ser los primeros en recibirla», señala, pero en cuanto se la pusieron “ya estábamos pensando en la segunda dosis para poder ganar algo más de libertad». Y se pone serio: «Aun así, como las cosas no están muy claras, habrá que frenar las salidas”.

Áureo López, el primer vacunado contra la COVID-19 en Castilla y León / Brágimo

Predicando con el ejemplo

Áureo recuerda también las dudas de aquellos momentos cuando algunas compañeras eran reticentes a la vacuna. Sin embargo, él lo tiene claro: “si no nos la ponemos todos, no hacemos nada. Si convivimos dos personas, lo malo se va a pegar rápido. Lo normal es que estemos todos unidos, porque así se hace la fuerza”, aclara.

Por ello, recalca una y otra vez la importancia de vacunarse, ya que “malo no es. Si fuera como la eutanasia que te vas por la otra banda, pero no es así. Es una forma de curar y hay que ponérsela”. Reconoce que le llaman muchas personas, al convertirse en la cara visible, motivo por el que es claro. “Todos debéis de poneros la vacuna, joder. Algo lograremos todos juntos”. De esta forma, sin trampa ni cartón, quiere transmitir confianza para todos aquellos que están dudando en estos momentos.

La mampara que aún separa a Áureo del periodista no es suficiente para detener la vitalidad y la alegría que demuestra, siempre con una sonrisa en la cara, que desborda con sus 88 años. Ante la pregunta de cual es su secreto, asegura que los de antes «han luchado hasta con el tiempo».

«Hay mucha gente joven que no ha sufrido ni las inclemencias del tiempo. Los de antes hemos luchado con todo. Hiciera malo o no, se salía. Si había que trabajar o hacer algo daba igual si uno se mojaba. Pero ahora no ocurre igual con la gente joven», señala.

No deja de lado a todos esos jóvenes, al pedir que sean conscientes de la situación, con los botellones, los besos y los abrazos. «Eso no puede ser, hay que abstenerse para poder lograrlo», asevera el palentino Áureo López, el primer inmunizado de la Comunidad.

 

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