Persona fumando

Un gen implicado en la hiperactividad, relacionado con el consumo de sustancias adictivas

El TDAH es uno de los trastornos psiquiátricos más comunes en la infancia y la adolescencia y se puede prolongar hasta la edad adulta. Se caracteriza por la hiperactividad, la impulsividad y el déficit de atención en los afectados. Uno de los genes vinculados con la susceptibilidad al TDAH es el LPHN3, que codifica la proteína latrofilina 3, «una molécula asociada a la formación de conexiones sinápticas entre determinados tipos de neuronas, y por tanto, un buen candidato a tener relación con cualquier trastorno psiquiátrico», detalla el profesor Bru Cormand, jefe del Grupo de Investigación de Neurogenética de la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona.

La conexión entre el gen LPHN3 y el TDAH es una de las mejor estudiadas respecto a la etiología de la enfermedad. Este gen, además, tiene influencia en la respuesta de los pacientes a la medicación, el grado de severidad de la enfermedad y la aparición de conductas disruptivas. Sin embargo, hasta ahora no se había explorado en profundidad el posible vínculo entre el gen LPHN3 y la adicción a sustancias.

Un nuevo trabajo, publicado en la revista Translational Psychiatry, ha permitido aplicar un método estadístico innovador (recursive-partitioning frameworks), que integra información clínica, demográfica y genética sobre un trastorno concreto, en este caso, el TDAH, para predecir otro trastorno comórbido (que se presenta de forma concurrente), como la adicción al tabaco, el alcohol, la cocaína, el cannabis o la marihuana, entre otros.

El descubrimiento está basado en el estudio de cerca de 2.700 pacientes –niños, adolescentes y adultos– procedentes de EE UU, Colombia y España, y contribuirá a facilitar nuevas herramientas genéticas para mejorar la prevención de conductas adictivas en las personas afectadas por el TDAH.

Las conclusiones apuntan a que, dentro del grupo de afectados españoles por el TDAH, una variación concreta en el gen LPHN3 aumenta en un 40 % el riesgo de dependencia a la nicotina. Según los expertos, los resultados son similares en el caso del alcohol y las drogas ilegales, que se han estudiado de forma conjunta en el marco de la investigación.

No todos los pacientes consumen sustancias adictivas

No todos los afectados por el TDAH manifiestan comportamientos de perfil adictivo a lo largo de su vida. «Ahora sabemos que la genética tiene un papel importante en estas conductas. Eso nos ayuda a predecir riesgos futuros en niños y adultos con TDAH y a mejorar las estrategias de prevención. Ahora bien, la genética del TDAH es muy diversa, en ella hay muchos genes implicados y varían entre los pacientes afectados por la patología», subraya Cormand.

Un 75 % del TDAH tiene una base genética, y el 25 % restante es atribuible a factores ambientales que son muy variables, detallan los expertos. Por lo tanto, los factores externos también pueden ser relevantes en la manifestación de las conductas adictivas en los afectados por el TDAH. Por ejemplo, determinados estilos de vida o interacciones sociales pueden tener un papel importante.

«Además, la cocaína y otras sustancias adictivas  –alerta el profesor Cormand– tienen una acción psicoestimulante similar a la del principal tratamiento farmacológico del TDAH. Eso explicaría que, en algunos casos, los afectados las consuman como automedicación por sus efectos aparentemente beneficiosos».

Mejorar las medidas de prevención

El tratamiento psicológico, el farmacológico y la intervención psicopedagógica son las estrategias combinadas que resultan más eficaces en el tratamiento del TDAH. En el futuro, habrá que impulsar nuevos trabajos de carácter clínico para analizar la importancia de la carga genética en la susceptibilidad a presentar TDAH y en las conductas adictivas que pueden afectar a la salud del paciente.

Este tipo de investigaciones, no obstante, debe sortear algunas dificultades:  «A menudo es complicado poder acceder a pacientes con un diagnóstico de TDAH y un historial de consumo de drogas que autoricen su participación en este tipo de trabajos de investigación. Además, en estudios genéticos, las muestras poblacionales deben ser muy homogéneas. Otros problemas añadidos son la dificultad para obtener los datos en todos los individuos, o incluso, que algunos pueden mentir sobre el consumo de sustancias adictivas», concluye la investigadora Noèlia Fernèndez, del Departamento de Genética, Microbiología y Estadística de la UB, y miembro del IBUB, el CIBERER, y el IRSJD.

El nuevo trabajo está liderado por los expertos Mauricio Arcos Burgos y Maximilan Muenke, de los Institutos Nacionales de Salud de Bethesda (EE UU). En la investigación también han participado los expertos Bru Cormand y Noèlia Fernàndez, de la Facultad de Biología y del Instituto de Biomedicina de la Universidad de Barcelona (IBUB), el Instituto de Investigación Sant Joan de Déu (IRSJD) y el CIBER de Enfermedades Raras (CIBERER); Josep Antoni Ramos Quiroga y Marta Ribasés, del Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR) y del CIBER de Salud Mental (CIBERSAM), y también expertos de la Universidad de Antioquia y la Universidad Simón Bolivar, en Colombia, entre otras instituciones.

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