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Mal de Chagas, la enfermedad olvidada que afecta a más de 50.000 personas en España

Andrea J. Arratibel / Sinc Las infecciones por Trypanosoma cruzi (causante del chagas) y por Strongyloides stercoralis, ambas enfermedades invisibilizadas, tienen un determinante social muy pronunciado y su afectación suele ir entrelazada. Las dos son causadas por parásitos endémicos de América Latina, pero circulan en la población de España de forma silenciosa en la mayoría de los casos.

“Es una de las características que tienen en común las enfermedades tropicales desatendidas, al igual que normalmente impactan en poblaciones en situación de pobreza, suelen ir de la mano y no es extraño detectar varias de estas infecciones en un mismo paciente”, señala Miriam Navarro, doctora en Epidemiología y Salud Pública del Centro de Salud Pública de Elche.

Es una de las autoras de una investigación que señala al mal de Chagas, también conocido como tripanosomiasis americana, la patología parasitaria importada más común en España.

El trabajo, publicado en la revista Travel Medicine and Infectious Disease, concluye, además, que los afectados tienen el doble del riesgo de padecer una infección por el helminto intestinal, presentando hasta un 25 % de coinfección.

“Y dándose casos muy graves en pacientes inmunodeprimidos”, agrega Joaquim Gascon, jefe del Servicio de Salud Internacional del Hospital Clínic de Barcelona y director de la Iniciativa de Chagas del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal).

De acuerdo con este estudio, más del 70 % de las personas que viven con chagas en España no está diagnosticada ni tratada.

“Se estima que, de los 2,6 millones de migrantes provenientes de países endémicos, más de 50.000 viven con la infección”, detalla Navarro, para quien uno de los datos más relevantes es el elevado número de mujeres en edad reproductiva infradiagnosticadas en territorio español, llegando casi al 70 %.

Más datos sobre el chagas

El mal de Chagas, que provoca 30.000 nuevos casos y 12.000 muertes cada año, se propaga a través de la vinchuca, una chinche hematófaga que actúa como vector para continuar su ciclo vital. Una vez los parásitos de T.cruzi entran en el organismo humano, se replican en las células del miocardio o en las intestinales, donde puede permanecer hasta más de diez años en fase indeterminada.

La particularidad de esta zoonosis es que se puede trasmitir de varias formas, a través de la sangre, por trasfusiones o trasplantes, y también vía oral, por alimentos y bebidas contaminados. Pero la forma más común para que el parásito pase de un organismo a otro es verticalmente”, destaca Gascon, que lleva estudiando esta parasitosis más de 20 años.

“El parásito se transmite de madre a hijo a través de la placenta”, resalta Navarro y destaca la importancia de la detección y el tratamiento de niñas y mujeres infectadas en edad fértil, así como de las campañas de cribado antenatal y de los recién nacidos y otros hijos de madres infectadas que no hayan recibido antes tratamiento antiparasitario.  

“Gracias a las pruebas de detección implementadas ha aumentado de forma considerable el número de bebés diagnosticados y tratados”, destaca la experta, una de las precursoras de #CorazonessinChagas, una plataforma cuyos agentes de salud son de los mismos países que los pacientes y que organiza campañas comunitarias para el control de esta patología tropical tan compleja por su carácter silencioso.

Como advierte la epidemióloga, “la mayoría de los infectados no presenta síntomas ni desarrolla la enfermedad”. No obstante, sin acceso al tratamiento se pueden sufrir consecuencias irreversibles para su salud. “De un 30-35 % de los casos desarrolla afectación cardiaca, de un 10-20 % digestiva y menos de un 5 % síntomas neurológicos, como un ictus”, detalla, por su parte, Gascon.

El strongyloides también suele presentarse de forma asintomática sin causar mayores daños, “pero en personas inmunosuprimidas puede dar problemas importantes”, aclara Gascon. “En casos de pacientes bajo tratamientos inmunosupresores puede haber una replicación masiva de los helmintos y provocar un síndrome de hiperinfestación o estrongiloidiasis diseminada, llegando a ser mortal”, añade Navarro.

Cribado antenatal contra el olvido de esta enfermedad

Como apunta la especialista, que durante seis años coordinó el equipo de Inmigración y Salud Pública del Hospital Ramón y Cajal y fue secretaria de la Sociedad Española de Medicina Tropical y Salud Internacional, uno de los avances más relevantes contra la enfermedad de Chagas en los últimos años, “ha sido demostrar la efectividad del tratamiento actual contra esta infección tropical para evitar la transmisión congénita. Por eso llevamos años poniendo el foco de las campañas comunitarias de detección en las mujeres jóvenes, que constituyen una población clave”.

“España se ha esforzado en controlar esta enfermedad y brindar tratamiento a los recién nacidos. Cuando la infección se ataja a tiempo, los fármacos son altamente eficaces: en las mujeres en edad fértil que los reciben temprano la tasa de trasmisión vertical es insignificante”, anuncia Gascón.

“Y por eso es tan buena la noticia de que el Ministerio de Sanidad por fin vaya a incluir en el cribado de las embarazadas que procedan de países endémicos de chagas la serología durante la gestación, permitiendo detectar casos congénitos”, anuncia Navarro.

Fármacos menos tóxicos y biomarcadores eficaces

Los únicos fármacos disponible contra la zoonosis en la actualidad son el benznidazol y el nifurtimox, “tratamientos que, pese a su toxicidad, siguen siendo los más efectivos que existen”, aclara la especialista del Centro de Salud Pública de Elche.

Se estima que alrededor del 15 % de los pacientes se ve obligado a abandonar estos fármacos por sus efectos secundarios, un dato que dirige las líneas de investigación actuales a cambios en el régimen del mismo tratamiento variando la dosis, distanciando el intervalo de tomas o probando combinaciones distintas para evitar la toxicidad.

“Uno de los grandes retos es que los fármacos provoquen menos efectos adversos y reducir el tiempo de administración”, cuenta Gascon. “Los fármacos contra el chagas no sirven para tratar la infección por Strongyloides. Para el cual se administra ivermectina”, añade.

El otro gran desafío en la lucha contra esta enfermedad olvidada es la búsqueda de biomarcadores de eficacia terapéutica. “Porque de momento no existen aquellos que determinen qué paciente va a desarrollar un cuadro clínico y cuál no”, lamenta Navarro.

“En la actualidad solo contamos con herramientas para saber si los nacidos están curados a través de la serología, pero en adultos que llevaban tanto tiempo infectados no funciona”, confiesa el especialista del Hospital Clínic.

Trabas en el sistema de salud

Gracias al fuerte compromiso de profesionales y organizaciones sanitarias y sociales, como Mundo Sano o los distintos grupos de investigación de Sociedad Española de Medicina Tropical y Salud Internacional, entre muchas otras, en los últimos años se ha logrado un gran avance en la lucha contra esta enfermedad en España.

“Pero los servicios de atención actuales no resultan suficientes para detener el alto número de afectados por el parásito”, declara Navarro, integrante del Grupo de Trabajo en la Enfermedad de Chagas de la Comunidad de Madrid y cofundadora de Salud entre Culturas, un equipo multidisciplinar de salud pública y migración asociada al Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid.

“No podemos olvidar los condicionantes socioeconómicos tan acusados que hay detrás de estas infecciones. En algunas autonomías es realmente complicado atender a pacientes migrantes, con las implicaciones que esto puede tener tanto para la salud individual como para la salud pública”, manifiesta Navarro.

Como advierten organizaciones como Yo sí Sanidad Universal, muchos migrantes se encuentran con un muro en el acceso al sistema sanitario muy importante derivado de las trabas legales. “Todavía no hemos recuperado del todo la universalidad de nuestro sistema sanitario público y hemos detectado casos en los que pacientes con chagas han visto peligrar su seguimiento médico por perder la tarjeta sanitaria”, denuncia Navarro, que además de una de las mayores expertas en la zoonosis tropical, lleva años tratando de visibilizarla.

“Nuestro sistema público no debería plantear obstáculo alguno para atender a ningún paciente. El problema es que desde 2012, año en el perdimos dicha universalidad y cientos de miles de pacientes su tarjeta sanitaria, empezaron las barreras, dándose casos de exclusión sanitaria”, denuncia. “Los determinantes sociales de la salud son factores sociales que tienen impacto en la salud de las poblaciones, y generan inequidades prevenibles e injustas”, concluye.

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